jueves, 21 de agosto de 2008

MÚSICA II

Estoy que lo tiro esta semana. Añado a la lista de canciones cinco nuevos temas para que no os aburráis mucho leyendo el blog.

He colgado una versión que Nacho Vegas hizo de Leonard Cohen. Me parece que Nacho Vegas es el mejor compositor que tenemos en España hoy en día, aunque suene exagerado, y además en esta versión muestra su sensibilidad como intérpete.

Simphiwe Dana es una cantante africana muy interesante que se suma a otros cuantos cantantes del continente que merecen muchísimo la pena (se me ocurren Ernst Ranglin, Ali Farkha Touré, Baaba Maal, Djeli Mousa Diawara, Youssou N' Dour...). Esta canción ha tenido mucho éxito en todo África y está en su último disco.

Neil Young me gusta con y sin Crazy Horse, y los dos discos acústicos -Harvest y Harvest Moon- son maravillosos.

A Mica P. Hinson lo descubrí hace ya tiempo e incluso le vi en un concierto espectacular en la sala Moby Dick de Madrid. Es muy singular y muy especial. La canción que he colgado es también de su último disco, aunque mi favorito sigue siendo el Micah P. Hinson and the gospel of progress.

Y por último Queen en una de esas baladas poco conocidas que hicieron de Freddie Mercury la estrella que fue y sigue siendo.

Espero que os gusten.

Saludos desde la Utopía.

L.

MAUS


(pincha en la imagen para aumentarla)

Un libro imprescindible, Maus, de Art Spiegelman, el único comic en la historia que ha ganado un premio Pullitzer. Esta página es una maravilla: siglos de pensamiento y literatura metidos en ocho viñetas dentro de una historia emocionante y contada mil veces de mil maneras distintas(el holocausto judío). Ocho viñetas que nos recuerdan por qué contamos historias y que me hacen pensar en la dificultad de encontrar una forma que descubra un nuevo contenido.

Las frases simples y el chocolate espeso.

"Por otra parte, lo dijo". Y se queda tan ancho, con esa cara de ratón.

lunes, 18 de agosto de 2008

MISS ASCENSOR



Desde lo del ascensor, sentía una extraña sensación de malestar, una especie de zumbido intermitente en la parte trasera de su cabeza. Iba caminando por la calle o por el portal de su casa y tenía que parar y echar la vista atrás para ver si alguien le seguía. Por lo demás, no sentía ningún peso en su conciencia por lo que había hecho, posiblemente porque en realidad nunca se arrepentía de nada de lo que hacía. Su marido, un pelele con cara de panoli, tampoco sentía lo ocurrido y lo poco que habían hablado del tema era para discutir la estrategia a seguir -más bien para que ella trazara la estrategia a seguir- después de descubrirse todo el pastel. Sus dos hijos, altos, fornidos y, a la postre, casi tan tontos como los progenitores, desconocían el pecado de sus padres pero no se vieron prácticamente sorprendidos por la noticia. Si sus padres no tenían vergüenza era difícil que a ellos se les hubiera transmitido dicha facultad para distinguir cuando algo era censurable o no, o, para ser más preciso, carecían del freno que la moralidad le impone a uno para no realizar según qué acciones que pueden verse desde fuera como algo imperdonable pero que revisten algún tipo de beneficio personal que compensa el escarnio general. La desgracia es que uno de esos hijos ya había tenido a su vez dos hijos -fuera del matrimonio según la crónica vecinal- por lo que el mundo ya nunca estaría a salvo.

Miss Ascensor (así la llamaban desde el incidente como irónica alusión al título que ella aseguraba haber obtenido hacía dos décadas en un certamen de belleza) era una mujer de mediana o no tan mediana edad, pechos operados pero ligeramente caídos, pelo largo y negro y cierta belleza en el rostro al que el paso del tiempo había tratado mejor que a su culo pero peor que a su cartera. Apoyada en un patrimonio basado en la herencia familiar, había conseguido hacer negocio a través de la reforma y venta de pisos antiguos que, gracias a la propicia situación de la burbuja inmobiliaria, le había proporcionado suculentos beneficios, ropa de marca y propiedades a mogollón que alquilaba o vendía con buenos resultados. El pelele era arquitecto y ella era algo que los demás desconocían. Si nos basamos en la crónica de sucesos, se la describe como hábil empresaria y nacida en Madrid. Lo demás son especulaciones y aportaciones más o menos objetivas de vecinos y amigos que no vienen al caso. Precisamente la opinión general era que con semejante patrimonio y actitud de nuevo rico no se podía entender el incidente del ascensor.

La muerte de Miss Ascensor conmocionó a todo el barrio e inició una larga serie de crímenes de ojo por ojo desproporcionada pero de gran acogida popular que la policía tuvo que perseguir severamente durante varios meses. Toda una corriente social que fundamentaba sus principios en el enfrentamiento contra el capital, la lucha de clases, los derechos humanos fundamentales, la revolución francesa, etc., etc., asoló la ciudad en forma de crímenes que abogaban por el despertar de la conciencia ciudadana (“El País”, noviembre de 2008). Los disturbios terminaron con la detención de un vecino fumeta que disfrazado con unas mallas negras y una calavera pintada en la camiseta cometió bajo el apodo de El Castigador cinco crímenes justicieros.

La muerte de nuestra protagonista fue, en apariencia, un accidente mecánico. El mes de agosto madrileño oprimía con un calor sin igual y la mujer llegó sofocada al portal de su casa. Pese a vivir en el tercer piso solía subir andando para tonificar sus piernas pero esa mañana decidió coger el ascensor. Al pulsar el botón de bajada del ascensor le pareció oír un murmullo y un ruido metálico difícilmente identificable. Las puertas del ascensor se abrieron y entró confiadamente en su propia muerte. Pulsó el botón del tercero y el ascensor se paró entre el segundo y el tercer piso. Era un ascensor antiguo y podía abrirse sin problemas entre plantas. “El ascensor no estaba debidamente homologado”, dirían los técnicos después. Dado que nadie respondía al botón de emergencia, la mujer decidió salir por su propio pie encaramándose al suelo de la planta tercera. Como en una mala película de terror, se oyó un crac y el ascensor se precipitó al vacío llevándose medio cuerpo mutilado de la desafortunada ciudadana.

La noticia publicada varios días después titulaba extensamente con cierta sorna impropia de los medios de comunicación de nuestro país: Muere mujer en accidente provocado de ascensor por haber estado catorce años conectada ilegalmente a la luz del ídem. Hasta la fecha no se ha hallado al culpable.