miércoles, 23 de julio de 2008

CONJUGACIONES


La tristeza de los pasos perdidos añorando.
Los viejos lugares de la alegría soñando.
El futuro incesante de la memoria esperando.

El ímpetu heroico de la juventud suspendido.
La conciencia de saberse tan frágil asustada.
Todos los días del viejo mundo desaparecido.

Las ganas, la muerte, la pereza, despertar.
Las viejas glorias, la vida, el sol, remover.
El espíritu, el amor, el deseo, renacer.

domingo, 13 de julio de 2008

HISTORIAS DE ALBURQUERQUE




Un hombre despierta ansioso en su rancho de Alburquerque. Le pica levemente la oreja. Ha tenido un sueño muy extraño. Recibía una llamada de un amigo de su infancia pidiéndole urgentemente que se reuniera con él en su apartamento de Los Ángeles, sin más detalles. El hombre cogía el primer tren a L. A. y llegaba al apartamento de su amigo: una nota en la puerta le pedía que bajara al bar de la esquina. Vuelve a notar cierto molesto cosquilleo en la oreja que empieza a perturbarle. El bar era muy amplio, de madera, antiguo y vulgar y alemán. El hombre desconcertado buscaba a su amigo y lo encontraba en un taburete, mirando a unas mujeres rubias y alemanas que le hacían carantoñas desde la distancia. Por alguna razón de esas que se dan sólo en los sueños, sin necesidad de preguntarle, el hombre sabe que su amigo es actor y que aunque simula que la vida le va muy bien y está punto de triunfar, la verdad es muy distinta y está aterrado de miedo. Se acerca a su amigo. Su amigo apenas habla con él o, al menos, al despertar, no recuerda haber hablado demasiado con Peter. Se llama Peter. Peter le coge del brazo y le lleva a la mesa de las señoritas rubias y se toman unos tragos con ellas. Son las doce del mediodía y el hombre se marea fácilmente con el alcohol. No ha sido una buena idea venir, no ha recibido aún noticias del problema de Peter, se encuentra muy cansado y las rubias le están poniendo confusamente cachondo. Le pica el oído y la vida es un lugar terrible hoy. Además, su mujer le espera en su rancho de Alburquerque.

Hay una laguna a continuación en el sueño, algo de un parque lleno de nieve o, no sabe, algo así. Hace frío, está fuera del bar y vuelve a entrar. Sentado en su cama, recordando y deshilando poco a poco la tela de su sueño el hombre está realmente asustado porque le pica el oído y le picaba en el sueño y se supone que YA NO ESTÁ SOÑANDO. Si pudiera iría corriendo a trabajar pero es domingo y no se trabaja. Bajará despacio por las escaleras y se tomará un buen desayuno con sus huevos fritos y su bacon. Si le continúa picando el oído no se dejará vencer por el pánico e irá sosegadamente al doctor McCoy, que es como se llama el doctor de su pueblo. De pronto, sentado en su cama, siente que el picor se convierte en un zumbido y siente a la vez que un pequeño ruido desde dentro de su cabeza le recorre el conducto auditivo acompañado de una vibración intermitente.

Asustado, el hombre volvía a entrar en el bar y veía a Peter besándose sobre una mesa alemana de madera con una de las chicas rubias. La otra estaba con cara de enfado esperando el regreso del hombre para empezar su orgía. Esto es terriblemente desconcertante -piensa- debería bajar al coche inmediatamente e ir a ver al doctor McCoy sin tardanza. Se monta en su ranchera y sale escopetado atravesando su rancho por un camino de tierra. El picor es incesante. Por el retrovisor, la arena se expande como un banco de niebla que impide ver el camino que deja atrás. La memoria se le va apagando, el sueño queda lejos y sólo está el camino, seco y sinuoso. Frena. Un escalofrío le recorre la espalda y le llega hasta la nuca. Mira atrás volviendo la cabeza y no ve más que la silueta de su casa entre las partículas de polvo que su camioneta ha levantado al avanzar velozmente por el camino. Entonces, un pájaro verde y pequeño asoma por su oreja, pía tres veces, se impulsa con sus dos suaves alas y, provocando un ligero hormigueo en la oreja del hombre, sale y levanta el vuelo suavemente y sin esfuerzo. El hombre le observa y, aliviado, suspira. Suspira hondo.

Continuará.